Viendo que el post sobre los distintos tipos de jefes tuvo
tanto éxito, y por aclamación popular, continuamos con esta saga que nada tiene
que envidiar a Crepúsculo. Y que quede claro que cualquier parecido con la
realidad es pura coincidencia y que todos los personajes que aparecen en este
post son fruto de mi imaginación, que luego no quiero líos, que si éste es clavadito a fulanito o a menganito.
El jefe latin-lover: es un espécimen que ante todo y sobre
todo, se ve guapo e irresistible, las féminas
caen rendidas a sus pies. Es el que lleva el pelo que parece que no se
ha peinado, pero en realidad ha estado horas en el espejo trabajando esos
mechoncitos con la gomina. Si os fijáis, se distingue porque es incapaz de llegar
a la hora, siempre llega tarde, pero no penséis que es dejadez, es una
estrategia para hacer una entrada estelar. Cuando llega, la mayoría lleva ya
mínimo una hora currando, te has peleado con la impresora, y en el mejor de
los casos te has echado al coleto un par de cafés repugnantes de la máquina, como a alguien se haya olvidado echarse
desodorante, puede que haya incluso algún tufillo desagradable. Qué mejor
escenario para hacer una entrada triunfal, derrochando glamour, con una sonrisa
de oreja a oreja, entra el latin-lover como a cámara lenta, saludando al
personal y dejando tras de sí una estela de perfume que podemos denominar: “el
rastro”, mayormente porque se ha echado un litro de colonia, buena, eso sí. Suele tener un ramillete de adoradoras que beben los vientos por él y
que están dispuestas a cualquier cosa por ser “la favorita”. Él impertérrito,
se deja querer. Le mejor técnica para llevarse bien con él: déjale creer que tú
también piensas que está que cruje, es más, lo mejor es que piense que es el
más buenorro de toda la oficina. A esto contribuye bastante que la media del
resto de machos ibéricos sea de lamentable a peor.
El jefe porculero: Éste es para darle de comer a parte, el
pobre no está contento con nada, da igual lo que hagas, siempre habrá que
corregirlo, y recorregirlo, y volverlo a corregir, terminará por corregirse a
sí mismo. Es perfeccionista por naturaleza. Si hay un solo error en un informe
de 400 páginas, él lo encontrará, así que ya puedes ir espabilando con la
ortografía porque como flojees un poco te pilla fijo. Ármate de paciencia, te
esperan jornadas maratonianas de darle vueltas y más vueltas a absolutamente
todo lo que salga de tu impresora. No es un jefe muy compatible, si quieres
tener vida fuera del hábitat laboral. Yo creo que a este jefe en su casa le
tienen acogotado, vamos que no le dejan ni abrir la boca, un clásico cero a la
izquierda y en la oficina encuentra el sitio ideal para desfogarse. Está todo
el día dando órdenes, ahora imprime a color, ahora en blanco y negro, pon este
cuadro en rojo, ahora lo quiero en azul que el rojo transmite negatividad, en
fin, una joyita, vamos.
Y por último, pero no menos importante, la jefa bipolar. Si
hasta ahora pensabais que ya lo habíamos visto todo, os equivocáis, y es que no
hay nada peor que una jefa bipolar, si ya de por sí las mujeres somos un mar de
dudas, en versión jefa no me lo quiero ni imaginar. Yo me siento delante del
armario con la mítica frase: "qué me pongo?" y entro en bucle, que si
esto me está muy apretado y me va a hacer llagas, que si esto me queda un poco
grande y me hace el culo caído, que lo otro es muy claro y hace gorda, que esto
me aplasta las tetas, en fin, podríamos seguir así hasta el infinito. Ahora
imaginaros este sinvivir en versión jefa: ahora quiero esto, ahora lo otro, me
quiero ir en tren, no mejor en avión, ay no, me voy en coche, mírame qué tiempo
hace, me llevo un trolley, no, mejor una bolsa de mano, este restaurante es muy
caro, ese demasiado barato, aquel muy pijo, el otro demasiado tradicional. Un
infierno en la tierra. Con la hembra alfa hay poco que hacer, sólo rezar para que le salga un trabajo mejor en otro sitio y la aguante otra. Es lo más parecido a la madrastra de Cenicienta. Yo con todo lo que llevo visto, los hombres son mucho
más llevaderos.
El jefe porculero me lo he encontrado ya en un par de sitios, jajaja. Muy buena tu descripción. Las jefas creo que te darían para un post completo, porque yo me he tropezado con cada una... Peores que los hombres, de verdad. Dicen que somos nuestras peores enemigas y en muchos casos es cierto. Y si no acuérdate de esa conocida empresaria que decía que no quería contratar mujeres en edad de tener hijos...
ResponderEliminarEl jefe porculero es un clásico donde los haya, hay mínimo uno por empresa, que no falte, los debe mandar el ministerio de trabajo, jajaja. En cuanto a la otra, es para echarse a temblar, sin duda, mucho mejor un hombre, dónde va a parar. Gracias por el comentario, guapa. Muack
EliminarJaja me encanta el jefe latin-lover! Para echarle limón en el café jajajaaaa!
ResponderEliminarSí, el latin-lover también es mi favorito, y sin duda el más llevadero de todos, es feliz con tan poco, jajaja. Un beso guapa
EliminarJajajaja, lo has clavado, yo tuve uno del primer tipo y es que era tal cual tal cual! Jajajaja
ResponderEliminarJejeje, y es de los más llevaderos, de vez en cuando le miras con arrobo y le echas un piropo y se viene arriba, lo mismo hasta te sube el sueldo, jajaja
EliminarEn versión femenina, los jefes se quedan a la altura del betún!! Que no hay como las mujeres para destrozarnos entre nosotras.
ResponderEliminarEso seguro y como salga una mala es malísima de lo peor, pues menudas somos. Besos guapa
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