jueves, 25 de junio de 2015

Otra de torturas veraniegas


Visto aquí

El ser humano tiende a quedarse sólo con lo bueno, afortunadamente, lo malo o molesto como que se diluye y tiende a olvidarse. Y, ¿a santo de qué viene esto? Pues a santo de que todos los años el invierno se nos hace eterno y lo pasamos añorando los buenos momentos del verano, la playa, las vacaciones, las terracitas, pero nadie se acuerda de esas pequeñas “pegas” que tiene esta maravillosa estación, hasta que ya no hay remedio porque la tienes encima.

Ya hemos tratado por aquí alguna de estas torturas, como la depilación y el autobronceador, pero no acaba ahí la cosa, hay más. Cuando has decidido el método menos insoportable de arrancarte los pelos y has superado el momento “piernas al aire”, que ha tenido tela marinera, porque en mi caso, primero fueron blancas, luego en estampado cebra, luego ronchas y ahora vuelven a ser blancas, llega, tatatacháaaaaaaaaan: “el destape”, porque claro, bañarse vestida no es una opción. Por más que queramos retrasar el momento, va a llegar y lo sabes. Así que ayer me armé de valor y tras rellenar los 800 folios requeridos para la matrícula de Lasniñas, que menos la talla de la goma de las bragas me preguntaron absolutamente de todo, cuando ya no sentía la mano derecha, pensé: “¿qué puede haber peor? me voy a probar los bikinis del año pasado”, así, a lo loco. No sé qué es peor, si probarte los del año pasado o ir a comprar uno nuevo, igualmente se me erizan los pelos de la nuca y me dan ganas de emigrar a Noruega, tarde, lo sé. El caso es que te pones a buscar los bikinis que guardaste el año pasado limpios, pensando que estaban fenomenal y …. sorpresa….  están hechos una auténtica piltrafa, ¿qué les ha pasado? ¿a qué huelen? La tela digamos que ha perdido consistencia, vamos, que están hechos una auténtica mierda, han cambiado de color y huelen a una mezcla de cerrado y flotador de goma con cierto tufillo lejano a … crema solar? Os juro por Dior que yo el año pasado los lavé perfectamente. En resumen, que de los cinco que habías guardado, ya tienes que tirar 2 ó 3 antes de probártelos. Te pruebas el primero con miedo, ay Dios, entraré, no entraré, porque en la ropa de verano sí he entrado, pero como los bikinis tienen vida propia cualquiera sabe…. bien, entro, la siguiente pregunta es: ¿me hace llagas? Parece que no, porque del verano aquí ha cedido la tela, ahora viene la prueba de fuego, mirarse al espejo. En ese momento me cagué en el día que me empeñé en poner en el dormitorio un espejo de cuerpo entero para ver cómo me queda la ropa, es un error, mejor vivir en la ignorancia. Si queréis un consejo para las cegatas, probaros los bikinis sin gafas ni lentillas, así al bulto hace menos impresión. Es conveniente también hacer esto días antes de ir a la piscina, poco a poco se te va pasando, lo peor es la primera impresión.

Una vez pasado el mal trago, el balance ha sido el siguiente:
1.- Tengo que ir a comprarme un bikini, con lo cual tendré tema para otro post.
2.- La imagen que me devolvió el espejo me hizo volver al club de la lechuga, del cual nunca debí salir.
3.- Este verano seguiré practicando la técnica Airgam para ocultación de la lorza que podéis leer aquí.


Feliz verano a todos.

viernes, 5 de junio de 2015

Torturas femeninas: el Autobronceador



Cuando se acerca esta época del año se me erizan los pelos de la nuca, y me entra una especie de mala leche…. Por varios motivos. Uno de ellos es la operación bikini o el destape, que ya hemos tratado alguna vez por aquí. Otra causa es el colorcito de blanco nuclear que luce mi cuerpo serrano así, de natural y sin que haya recibido el menor atisbo de sol desde el año pasado. Concretamente temo el momento de destaparme las piernas porque es exactamente como si las tuviera escayoladas, vamos que hasta reflejan. Y lo voy retrasando, lo voy retrasando, hasta que ya no puedo más de calor con pantalones y me temo que se avecina la urticaria, porque encima una es alérgica y tiene dermatitis atópica, vamos, una joya, como para venderme por piezas. Volvemos al tema del color. Toda la vida he odiado el color carne que venía en las cajas de lápices de colores o de Plastidecor, porque es exactamente ése mi color de piel. Una cosa ni fu ni fa, como descolorida, que lo peor, engorda mogollón, así no hay manera de verse mona con una falda, no digamos ya con los shorts ultracortos que se empeñan en vendernos en todas las tiendas. Pero una vez que ha llegado el momento de destapar las piernas, habrá de echar mano de algún truquito que la cosmética pone a nuestra disposición, en este caso es el autobronceador. Así dicho para los ignorantes en la materia, suena hasta bien, pues no, no os engañéis, es un invento del demonio., por eso, voy a desvelaros unas nociones básicas para echarte el autobronceador y que no parezca que has contraído la lepra.

1.- Exfoliación: es una de tantas torturas a las que nos sometemos las mujeres para estar irresistibles, que consiste básicamente en arrancarte la piel a tiras a base de frotar. Yo suelo usar una crema que huela bien para pasar el mal trago lo menos mal posible. La crema en sí parece normal, pero no lo es porque tiene como unos gránulos que se encargan de rasparte sin piedad para no dejar ni media célula muerta, y a veces, tampoco viva, porque como frotes de más yo creo que llegas al hueso. Es exactamente como lavarte con el nanas.
Luego te aclaras bien para que no quede rastro de la masacre y ya te puedes enjabonar con un gel ultra suave si no quieres salir de la ducha en carne viva.

2.- Hidratación: ahí no escatiméis, hay que echarse la crema a paletadas, como si estuvieseis echando cemento en la obra, porque en este momento nuestras pobres piernecillas protegidas por capas de ropa todo el invierno están desvalidas y rojas como si nos hubiéramos frotado la piedra pómez.

3.- Ahora sí, ahora viene lo bueno, el autobronceador propiamente dicho que lo hay en todo tipo de formatos pero da igual, te va a quedar como el culo sí o sí. Yo he probado de todos, las toallitas, en crema, en gel, líquido, blanco, transparente, marrón chocolate, es igual el que me eche, soy incapaz de extender aquello de manera uniforme, soy torpe, lo reconozco, no se puede valer para todo, pero lo intento una y otra vez.

4.- Rezar y encomendarte al ángel custodio para que mañana el destrozo no sea irreparable y puedas salir a la calle con dignidad.

Me lo eché ayer por la noche, me exfolié con todas mis fuerzas, creo que todavía tengo granitos de esos debajo de las uñas, me hidraté como si me fuera la vida en ello. Probé uno nuevo en forma como de manopla que según una amiga cuyo nombre no voy a revelar aquí es buenísimo, mujer, si es para torpes (fueron sus palabras). Esperé pacientemente a que se me secara aquello dando cabezadas en el sofá, que creo que tengo una contractura en el cuello porque casi me desnuco a las cuarta cabezada. Recé a todos los santos, el Jesusito de mi vida eres niño como yo y a la virgen del moreno exprés…. Y esta mañana me levanto y ….. parecía que bien, los muslos, no hay señales de roña en las rodillas, bien, miro por detrás y no veo churretes, ay qué éste sí, éste es el bueno, y ya me estaba viniendo arriba, cuando me miro los pies…. Ay por Dios, si eso no eran pies normales, parecía que había hecho el camino de Santiago, pero descalza…..  parece que he metido los pies en un baño de chocolate y me he ido a la calle sin aclarármelos…. Eso o que no me los he lavado en 30 años que no sé qué es peor …..
Queridas amigas, tiro la toalla, a Dios pongo por testigo que no volveré a experimentar con un autobronceador, si soy blanca pues soy blanca y punto. Ya iré cogiendo algo de color poco a poco, o no. No sé cuándo voy a poder volver a ponerme sandalias. Las piernas las tengo morenas, pero me veo en julio con shorts y botines, que por lo visto ahora se lleva mucho. Si es que no se puede tener más glamour. Os dejo que voy a ver si con una toallita lo arreglo un poco, y con la piedra pómez.