Llevaba una temporada sin pasar por aquí, porque de verdad,
que no me da el tiempo para más. Y estaba yo tan calladita, sin meterme con
nadie, pero es que hoy, ya no puedo más.
Me ha salido el Grinch que llevo dentro. Me puede explicar alguien qué ansia viva
tienen las marcas de ropa porque cojamos una pulmonía? A mí me da frío sólo de
ver las fotos. Nuestras amigas las medias tupidas parece ser que han pasado a
mejor vida como si de unas pobres apestadas se tratase, con el cariño que yo
les tengo, ahora hay que ir con las piernecicas al aire aunque se te formen
carámbanos en la pepitilla, caiga quien caiga, se me ponen los pelos como
escarpias. Pero no contentos con esto, ahora se han cargado también los
calcetines, esto ya es una conspiración dirigida por la industria farmacéutica,
esto son las Navidades patrocinadas por el paracetamol y el ibuprofeno en
estado puro. De los hombros al aire, las aberturas en lugares inverosímiles y
los escotes mejor ni hablamos, es como si dijeran, anginas, venid a mí. Los escaparates
se inundan de vestidos imposibles y diminutos, venga de carnaza por todas
partes, más que Navidad, lo que parece que viene es Carnaval. Decid la verdad,
alguien mayor de 25 años sale así a la calle en pleno diciembre/enero? Y del momento brilli-brilli ya ni hablamos, a
ver quién es la guapa que se atreve a embutirse en uno de esos vestidos/farola
que parecen hechos de papel de plata directamente, y esa tela, lamé creo que se
llama, si lamelame que yo te aviso, lo siento pero no me va, el disfraz de bola
de Navidad me parece el colmo de la horterada. Una cosa es arreglarse un poco, pero esto ya
es demasiado para cualquier ser humano normal que no se haya criado más allá del
círculo polar Ártico. Además, que luego hay que volver a casa, seguro que a más
de una se le ha rasgado el vestidín de arriba-abajo y se ha vuelto a su casa en
bragas, sin medias, pero al menos en bragas.
Y ya puestos a soltarlo todo, tampoco entiendo los anuncios
de colonia. No sé cuál son peor si los masculinos o lo femeninos. No sé si os
acordáis un spot que marcó nuestra infancia, aquél en el que aparecía una
maciza embutida en un mono de plasticuero conduciendo una moto, llegaba, se
bajaba la cremallera del mono y decía con voz de buscona: “Busco a Jacques”,
pues hija, llevas unas pintas que igual Jacques ha huido al extranjero… Pero no
ha mejorado la cosa mucho, la verdad, y aquella al menos tenía dónde agarrar.
Ahora modelos esqueléticas se revuelcan semidesnudas por el suelo, niñatos en
smoking con la corbata desabrochada y aspecto de chulos de pueblo chascan los
dedos, como pidiendo una ración de bravas, chicas saltando en camisón por un
balcón con cortinas que ondean suavemente por una brisa marina, vamos, un
espanto en estado puro.
Pues yo os digo que estoy ya hasta el moño de este tipo de
Navidad, así que me apunto a la de toda la vida, la del turrón de Suchard, la
película de Mujercitas y el frenesí de luz y color de comidas y cenas en bucle
infinito en buena compañía, eso sí, bien abrigaditos todos, con jerseys
calentitos y si hace falta guantes y bufanda, porque lo que me pide el cuerpo
es encender una chimenea y como no tengo, pues eso. En mi casa la Navidad va a
oler a …. cordero asado y vino, que
corra el vino.
Feliz Navidad a todos.