jueves, 10 de diciembre de 2015

En tu casa, a qué huele la Navidad?


Llevaba una temporada sin pasar por aquí, porque de verdad, que no me da el tiempo para más. Y estaba yo tan calladita, sin meterme con nadie, pero es que hoy,  ya no puedo más. Me ha salido el Grinch que llevo dentro. Me puede explicar alguien qué ansia viva tienen las marcas de ropa porque cojamos una pulmonía? A mí me da frío sólo de ver las fotos. Nuestras amigas las medias tupidas parece ser que han pasado a mejor vida como si de unas pobres apestadas se tratase, con el cariño que yo les tengo, ahora hay que ir con las piernecicas al aire aunque se te formen carámbanos en la pepitilla, caiga quien caiga, se me ponen los pelos como escarpias. Pero no contentos con esto, ahora se han cargado también los calcetines, esto ya es una conspiración dirigida por la industria farmacéutica, esto son las Navidades patrocinadas por el paracetamol y el ibuprofeno en estado puro. De los hombros al aire, las aberturas en lugares inverosímiles y los escotes mejor ni hablamos, es como si dijeran, anginas, venid a mí. Los escaparates se inundan de vestidos imposibles y diminutos, venga de carnaza por todas partes, más que Navidad, lo que parece que viene es Carnaval. Decid la verdad, alguien mayor de 25 años sale así a la calle en pleno diciembre/enero?  Y del momento brilli-brilli ya ni hablamos, a ver quién es la guapa que se atreve a embutirse en uno de esos vestidos/farola que parecen hechos de papel de plata directamente, y esa tela, lamé creo que se llama, si lamelame que yo te aviso, lo siento pero no me va, el disfraz de bola de Navidad me parece el colmo de la horterada.  Una cosa es arreglarse un poco, pero esto ya es demasiado para cualquier ser humano normal que no se haya criado más allá del círculo polar Ártico. Además, que luego hay que volver a casa, seguro que a más de una se le ha rasgado el vestidín de arriba-abajo y se ha vuelto a su casa en bragas, sin medias, pero al menos en bragas.
Y ya puestos a soltarlo todo, tampoco entiendo los anuncios de colonia. No sé cuál son peor si los masculinos o lo femeninos. No sé si os acordáis un spot que marcó nuestra infancia, aquél en el que aparecía una maciza embutida en un mono de plasticuero conduciendo una moto, llegaba, se bajaba la cremallera del mono y decía con voz de buscona: “Busco a Jacques”, pues hija, llevas unas pintas que igual Jacques ha huido al extranjero… Pero no ha mejorado la cosa mucho, la verdad, y aquella al menos tenía dónde agarrar. Ahora modelos esqueléticas se revuelcan semidesnudas por el suelo, niñatos en smoking con la corbata desabrochada y aspecto de chulos de pueblo chascan los dedos, como pidiendo una ración de bravas, chicas saltando en camisón por un balcón con cortinas que ondean suavemente por una brisa marina, vamos, un espanto en estado puro.
Pues yo os digo que estoy ya hasta el moño de este tipo de Navidad, así que me apunto a la de toda la vida, la del turrón de Suchard, la película de Mujercitas y el frenesí de luz y color de comidas y cenas en bucle infinito en buena compañía, eso sí, bien abrigaditos todos, con jerseys calentitos y si hace falta guantes y bufanda, porque lo que me pide el cuerpo es encender una chimenea y como no tengo, pues eso. En mi casa la Navidad va a oler a  …. cordero asado y vino, que corra el vino.

Feliz Navidad a todos.

jueves, 5 de noviembre de 2015

Mamá, quiero ser hipster

Yo no sé por qué últimamente hay tantas tribus humanas. Ya habíamos hablado aquí de los runners, las egobloggers y cómo no íbamos a dedicar un espacio a los hípster, que también son hijos de Dios, pero vamos, algunos parece que descienden directamente de Jesucristo o de Moisés, por los pelos lo digo. Y cuidao, que no tengo yo nada en contra de los pelos largos en machos ibéricos, pero no sé, como que me da cosica verlos así, tan desaliñados ellos, como pidiendo a gritos un buen fregao. Para los que no los conozcáis, tengo que deciros que la clave está en el pelo, los distinguiréis porque son la exaltación viva de la pelambrera. Llevan el pelo largo y frondoso, pero eso sí, recogido en coleta y los más puristas en una especie de moñete que a mí personalmente me da escalofríos. Si eres calvo tipo Javier Cámara ya puedes ir buscando otra pandi porque en ésta no te admiten ni de coña, a menos, muy importante, que dejes crecer el pelo en otras partes de tu cuerpo…. Y que no se me asuste nadie, que estamos hablando de la barba, que ya estabais pensando mal. Te puedes dejar una barba de chivo, tupida a más no poder y dejarla crecer hasta el infinito y más allá, cosa que también me da bastante escalofríos. Cada vez que los veo me pregunto, si los piojos pueden habitar en barbas humanas. Me da que sí…. Argggggg qué horror, me imagino pasándose la liendrera por la barba y me entran sudores fríos. Otra duda que tengo es: ¿se ponen suavizante o mascarilla en la barba? Porque si no el momento sexual debe ser de aúpa, vamos, como si te rebozaras en rastrojos pero a mala leche, pues yo que tengo dermatitis atópica, no podría estar con un hípster, la verdad. Lo bueno que tiene la barba es que si la dejas crecer lo suficiente, puede tapar la barriga cervecera, ahora, tened cuidado y desenredadla bien, no se os vaya de las manos, que se han dado el caso de encontrar fauna y flora de los alrededores en algunas y tener que cortar con desbrozadora.

Eso sí, en las bodas tipo campestre quedan fenomenal, con su moñete, su barba, sus gafitas, su camisita de cuello mao, en esas mesas en el jardín silvestre adornadas con hierbajos y velas dentro de tarros usados de mermelada, qué bucólico todo y que Amish, porque a mí, personalmente, me recuerdan un poco a los Amish. No sé, no les veo el atractivo, yo soy más de Harrison Ford, no me extraña que la muchacha de Único Testigo se volviera tarumba por él, que está buenorro es de todos conocido, pero encima la pobre rodeada de hípster por todas partes, pues claro, para lo que pasa. Acabo de hacer una asociación de ideas un poco rara, pero bueno, me ha salido así. Y claro, tú qué te pones? El delantalito en la cabeza para hacer juego? Pues no, porque eso queda como el culo, mejor vístete a tu bola, con cualquier cosita estarás ideal, y eso sí, pásate por el Mercadona a comprar el suavizante de pelo por litros, lo vas a necesitar, eso y mucho aloe vera que calma y refresca la piel.
Y anda, que LaPequeña quería ser youtuber, pero como alguno de mis sobrinos diga en su casa que quiere ser hipster, creo que mi cuñada les enjabona por dentro y por fuera, por si acaso...

viernes, 23 de octubre de 2015

Los Runners

De un tiempo a esta parte vengo observando una nueva variedad de la especie humana, que está proliferando como conejos y son los runners. Lo primero que te llama la atención es su sistema locomotor, que les debe impedir estarse quietos, porque no paran de moverse, van corriendo a todas partes. No paran ni en los semáforos, donde esperan para no ser atropellados realizando una especie de bailecito que me lleva a pensar si tendrán lombrices, algún problema intestinal o directamente se están meando vivos. No son capaces de andar, sólo corren, así, sin rumbo, como si les persiguieran. Algunos lo llevan bien, pero hay otros que da penica verlos, echando el hígado por la boca, sudando como pollos y resollando como si les fuera a dar algo. Y digo yo, qué les llevará a correr sin freno, así, a lo loco? Que no se están entrenando para San Fermín, que lo hacen porque les gusta. ¿Pero qué os ha dao?
Otra cosa que no entiendo es el uniforme que se ponen. Es de primero de running que es básica la utilización de los colores flúor, para qué? nadie lo sabe. De verdad, es necesario llevar esa ropa tan fea? Lo del negro lo entiendo, porque adelgaza, pero el momento fosforito no lo termino de ver.
Luego los oyes hablar y ya, es como si fuera una secta: “desde que corro, mi vida ha cambiado por completo…”, pues claro, alma de cántaro como que se te ha ido la olla, directamente. Que está muy bien hacer ejercicio y eso, pero todo tiene un límite. Yo he llegado a oir “desde que soy runner me siento mejor persona”, que parece que se han puesto a correr y han descubierto un universo paralelo y eso tampoco.  Que son runners, dicen, porque claro, en inglés todo suena mucho mejor, a ver quien dice, “yo es que soy corredor”, corredor, de qué? de seguros? Pues no es igual y en femenino suena casi peor: a ver quién es la guapa que dice: yo soy corredora, pues eso. Y lo dicen con un orgullo, que les sale de dentro…
Pues viendo que cada vez hay más, me dije, voy a probar, que igual es verdad y resulta que te pones a correr y eso es la panacea universal. 3 días me duró lo del running, 3. Algo he tenido que hacer mal, pero no sé qué, porque seguí todos los pasos. Me puse las deportivas, un poco feúcas pero sin exagerar, con unos toquecitos de rosa flúor, por supuesto, pero no demasiado. Me metí en unos leggings negros de los que te quitan la respiración y luego te los tienes que sacar del revés porque parece se han fundido con tu propia piel. Una camiseta rosa para darle un toque llamativo y que hiciera conjunto con las deportivas, una coleta y hala, a la puta calle a correr como si no hubiera un mañana. Bueno, lo de correr es un decir, porque aguanté corriendo exactamente 1 minuto, tras lo cual pensé que iba a vomitar hasta la cena del día anterior, así que, como no quiero morir joven (ejem), bajé el ritmo un poco para luego volver a correr otro minuto y así. A los 20 minutos estaba de correr/caminar/correr hasta los mismísimos, así que me fui a mi casa. Eso sí, sudando como un pollo auténtico. Me duché y esperé pensando, ahora debe ser cuando ves al espíritu santo, oyes trompetas celestiales o se te aparece Andrés Velencoso…. hola…. pues nada, no pasa nada… pasó, un rato, luego pasó una hora, y allí no sucedía nada, no sentía nada. Bueno, debe ser que el primer día no funciona. Tendré que ir otro. Fui un segundo día, luego fui un tercero … y nada de nada… a ver si la culpa es de la camiseta que tenía poco flúor. Que no, no nos engañemos, que soy insensible, que no sirvo para runner porque yo ni siento que mi vida ha cambiado, ni me siento mejor persona, ni nada, lo único que tengo es más hambre que los pavos de Manolo. Así que no me ha quedado más remedio que asumir, que no tengo alma de runner, nada, no sirvo, yo que quería ser drinking runner, me voy a tener que conformar con ser sólo drinking.

Pero como a mí a moderna no hay quien me gane, ahora voy a probar con el Power Walking, que me parece menos intenso. Ya he dado el primer paso que ha sido adoptar un perro, ya os contaré qué tal, que igual puedo ser Walker que seguro que también mola. 

miércoles, 7 de octubre de 2015

En pareo por el río Deva


Ya he comentado por aquí en alguna ocasión que nosotros vamos de vacaciones en manada con la extensa familia del Mister,  que más que ir de vacaciones, parece que vamos a conquistar el pueblo. Esto tiene algunos inconvenientes, pero muchas ventajas. Una de las ventajas es que surgen planes en grupo. Este verano salió el plan de hacer el descenso del río Deva en Kayak, y allá que nos fuimos unos cuantos bien tempranito. Una, que es muy moderna, lo primero que piensa es en el outfit de turno, vamos, el clásico “qué me pongo?” de toda la vida. pues hija mía, ponte lo que te dé la gana porque te va a dar igual, es imposible estar mona, que lo sepáis. Una vez asumido esto, debes elegir pareja de aventuras, yo en este caso, fui con el Mister y con el Capitán Pedorretas en medio, mi sobrino de 9 años, los menores de 12 deben ir acompañados de al menos 1 adulto. Lo de elegir pareja conviene pensarlo antes, y tener en cuenta que para los hombres la palabra paseo no existe, es incompatible con su genoma, así que si no quieres acabar con ampollas en las manos, mejor elegir una compañera femenina, yo lo descubrí tarde. Llegas allí y resulta que te tienes que poner un chaleco salvavidas, que más que salvarte la vida, lo que parece es que te va a estrangular o a provocar una hernia, apretaíto sí es, ten cuidado no se te escape una lorza, lo mejor es dejarse debajo una camiseta larguita que tape, total, vas a acabar hecho una sopa de todas formas. Para que no se te salga por arriba, lleva como una especie de arnés entre las piernas que se te va clavando en toda la pepitilla, conviene aflojarlo un poco, no me quiero imaginar si alguien tiene hemorroides…. Lo del chaleco no termino de entenderlo, como te vas a ahogar ahí, en pleno mes de agosto, si hay más gente que en la guerra y no cubre, pero bueno, por aquello de dar ejemplo a los niños, todos con el chaleco de los cojones, que da un calor espantoso, y además, te lo ponen antes de subirte al autobús. Para los pies recomiendan ponerse unas cosas de goma que no sé si se llaman escalonpines o escarpines o algo así, Y yo tan chula con unas chanclas de goma, que se me clavaban las piedras de la orilla del río que no veas. Bueno, el caso es que nos montamos en el kayak con el niño en medio, y claro, desde fuera todo parece muy fácil, pero una vez allí, en medio de la corriente, es otro cantar, cada uno rema para un lado, unos vuelcan, otros van en círculos, todos gritando y armando un follón, que no sé cómo no nos han puesto una orden de alejamiento. Lo primero que le dije al niño es que íbamos a pedo libre, es decir que nada de mariconadas de me hago pis o me quiero tirar un pedo, que a menos que se estuviera cagando vivo, allí no se bajaba de la barca ni Dios.
“Ay, menos mal, porque tengo unas ganas de tirarme un pedo…..”
Y se lo tiró. Y pensé que igual había hecho un agujero en la barca y nos íbamos a pique, pero no, ahora, la mirada que nos echaron unos desconocidos que pasaban por allí…..
El Mister, dejando claro su posición de macho alfa, se había sentado atrás para dirigir y darnos órdenes desde el primer momento, que se pensaba que estábamos en las olimpiadas y nos iban a dar un oro en la meta o algo así, arreándonos todo el rato que quería llegar el primero, qué cruz. El pobre niño que iba en medio de vez en cuando miraba para atrás y me decía: “no me quiero chivar, pero el tío no rema…”
De los adolescentes mejor ni hablamos, todas monísimas,, risas histéricas, grititos, barcas volcadas, aguadillas, canciones a pleno pulmón, qué pavo tienen y qué bien se lo pasan, iban con una calma, vamos, que acabaron media hora más tarde que nosotros.
Ni que decir tiene que llegamos los primeros, para gloria del Mister, que sólo le faltó sacar un látigo, el pobre niño decía: “El año que viene vamos tú y yo solos, que me duelen las manitas de tanto remar”. Tengo la sospecha que el niño y yo fuimos los que más arrimamos el hombro porque Él cada vez que le miraba no estaba remando ni por asomo, pero según el capitán Pedorretas “por lo menos, nos ha salvado la vida un par de veces”. Se bajó de la barca gritando: “oeoeoeoe, campeones, campeones, oeoeoe” yo no veía el momento de quitarme el puto chaleco, ya pensaba que me había hecho llagas.

En resumen, la jornada resultó la mar de bien, un plan muy recomendable, lo pasamos genial. Nota mental para el año que viene: comprarme unos escalopines de esos en el Decat y elegir otra pareja para el descenso.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

El Fontanero que susurraba al oído de los radiadores


Esta historia es un poco surrealista, y puede parecer algo increíble, pero sucedió y tal y como os lo cuento.
Para ambientaros un poco, digamos que el Mister es algo reacio a llamar a profesionales tipo carpinteros, fontaneros, electricistas, etc… él es más del “do it yourself”, bueno, más bien, del “deja que ya lo hago yo, pero luego no lo hace”. El caso es que teníamos unos radiadores que goteaban pero él iba postergando el arreglo, nunca le venía bien, que si ahora no que es invierno y hay que vaciar el circuito, que si ahora tampoco que es verano y hace calor, en fin,  que el tiempo iba pasando y allí seguíamos con los cacharritos debajo de los radiadores. Finalmente llegó un día en que se rompió una cisterna de un wc y el agua se salía a chorros vivos, con lo cual no hubo más remedio que pedir ayuda profesional, así que buscó un Fontanero, así, con mayúscula. Y este tema es muy importante, no va a venir aquí cualquiera a tocarnos las tuercas.
El caso es que era una tarde tórrida del mes de julio, no se movían ni las chicharras, yo dormitaba en el sofá en un duermevela que no sabía si me estaba echando la siesta o estaba entrando en coma, cuando sonó el timbre y era Él, el Fontanero.
Según le ví entrar pensé que era un cruce entre Torrente y José Mota, tenía cara de buena persona, bien. Me costó cogerle el acento pero intuí que sabía lo que hacía, sobre todo me dio tranquilidad que con el Mister se entendía a las mil maravillas, a mí me ignoraba totalmente, simplemente se refería a mí como “la Jefa”. Me dijo que cogiera una fregona, “por lo que pueda pasar” fueron sus palabras, ahí tuve un momento de debilidad y pensé en irme de compras. Pero de repente, le ví cruzar el salón zigzagueando, con los brazos en jarras y cantando a pleno pulmón: “Dame veneno que quiero morir, dame veneeeeeeeenoooooo…..” casi me caigo redonda al suelo, y se la sabía casi entera, los trozos que no, los completaba como algún “lalolailolailolalolailolailoooo……” Sobra decir que no me fui a ninguna parte, cómo me iba a perder semejante espectáculo, se las sabía todas el tío, “libre libre quiero ser, quiero ser, quiero ser libre”, y las iba intercalando con frases del tipo: “Ya te tengo, cabroncete”, “no nos vamos a hacer daño”,“sal ya hijadeputa” y explicaciones al Mister del tipo “todas las tuercas son unas jodíasporculo, sólo hay que saber encontrarles el punto” sí, el punto “G”, no te digo. El Mister le miraba como su fuera Vargas Llosa impartiendo una clase de literatura, yo, descojonada, fregona en mano. Así pasamos una de las tardes más divertidas del mes de julio.
Tuvimos un momento de tensión al volver a montar el radiador más grande: “Ven p’acá” al Mister, “toca, toca (agarrando el radiador), lo sientes? Es la fuerza del agua, la jefa que no suelte la fregona que ahora viene lo peor”. Yo ya me imaginaba mi salón como un camarote del Titanic, pero no, dominó la situación perfectamente, es lo que tiene ser un profesional, a la vez que gritaba: “tú eres lo más grande de mi vida…. nananainononaino…..”.
En la Master class de las tuercas, finalmente le dijo: “te voy a dejar dar un cuarto de vuelta, que te veo con ganas, para que te quedes a gusto, pero no te emociones que la podemos liar parda”. Me eché a temblar, el Mister con la llave inglesa, yo me aferré a la fregona como si me fuera la vida en ello.
Finalmente, el tío con un radiador pequeño que nos había mandado comprar, arregló tres, solucionó lo de la cisterna, y alguna chapuza más que había por ahí, nos amenizó la tarde con canciones típicas de cualquier verbena de pueblo y se fue entre vítores tras apretarse una cerveza bien fresquita, y encima no nos cobró mucho, éste es el principio de una gran amistad, yo veía que el Mister se iba con él de copas.

Ante la sugerencia del Mister de que hiciese una página web y moverlo por redes sociales, dijo que a él con los ordenadores le explotaba la cabeza, así que yo prometí escribir un post y promocionarle entre todas mis amistades. Si necesitáis fontanero, sólo tenéis que decirlo, tengo su teléfono guardado como oro en paño.

lunes, 13 de julio de 2015

El infierno existe

Imagen vista aquí

El infierno existe, sin duda alguna, y está en los probadores de El Corte Inglés, concretamente en los de Moda Baño, que más bien debería llamarse: Como desear una muerte digna.
Tras la odisea de probarme los bikinis del pasado año que podéis leer aquí, y viendo que el calor de 40 grados no cede y que por más que quiera evitarlo, no voy a tener más remedio que echarme al agua, decidí ir a El Corte Inglés a la aventura de comprarme un bikini.
Fui sola claro, siempre es mejor no dejar testigos vivos. Había auténticas hordas humanas, pero no desistí que era lo que me pedía el cuerpo, iba diciéndome a mí misma, no te resistas, tonta, cuanto antes pases el mal trago mejor. Tras rebuscar durante unos 20 minutos entre perchas con cienes y cienes de bikinis de todos los tipos y colores, por supuesto, allí no acudió ni Peter en mi ayuda, aunque casi lo prefiero, encontré mi sección favorita, que es la de ST, es decir, supertetas, donde te venden la parte de arriba separada de la de abajo, porque aquí cada una tiene lo suyo, y servidora digamos que anda sobrada de arriba, pero de abajo no. Al final va a resultar que igual soy deforme, porque si me cojo un bikini en el que me entren las tetas, digamos que la braga se me cae hasta las rodillas. En este recorrido descubrí que las barras donde cuelgan los bikinis deben ser de oro puro, porque en cada una meten 300 a presión, de tal manera que es humanamente imposible encontrar lo que vas buscando sin tirar 3 ó 4 al suelo o sufrir un esguince de cervicales. Qué les costará poner algunas barras más  para que no esté todo tan apelotonado.
Cuando encuentras una parte de arriba que te gusta y hay tu talla, descubres que no tiene parte de abajo, sorpresa…. no lo entiendo, tampoco se divisa a nadie a quién preguntar y yo no abandono mi puesto ni loca, que luego me pierdo. Así que si no está a la vista, a tomar por culo, seguimos.
A la mitad del recorrido llevas la mano izquierda dormida, se te están clavando las perchas y el bolso te corta la circulación, ahí te empieza a dar vueltas la cabeza y el estampado psicodélico de algunos diseñadores te nubla la vista, es el momento de ir al probador. En la cola del probador hay unas 200 personas. No pasa nada, después de los tres cuartos de hora que llevas allí no te vas a ir a casa con las manos vacías.
Cuando llega tu turno ya no tienes ganas de nada más que de morirte o de cortarte las piernas en oblicuo, odias a la que tienes delante, y te caen chorros de sudor por el canalillo. Si pensabas que lo peor había pasado ya, entras en el probador , un universo paralelo donde te das cuenta que el infierno existe. El probador es una caja diminuta en la cual si te agachas un poco para desabrocharte las sandalias, te quemas el culo con un foco. No desesperéis, hay que seguir hasta el final, se han dado casos de mujeres desesperadas que antes de entrar al probador huyeron dejando un rastro de bikinis por el suelo.
Te despelotas, te pruebas el primero y deseas reventar a hostias el puto foco que resalta exactamente todo lo que tú querías disimular, pero no lo haces, respiras hondo, metes tripa y haces el siguiente cuestionario:
Me entran las tetas? Sí. Me hace llagas? No. Parezco un tanque australiano? No. Pues entonces me lo llevo.
Esto hay que hacerlo rapidito porque dentro del cubículo al que llaman probador no hay aire acondicionado  y la temperatura debe ser de 50 grados,  tienes bastantes probabilidades de sufrir un golpe de calor o un colapso nervioso. El resultado fue que me llevé 2 bikinis, carísimos por cierto, pero a esas alturas no estaba yo para tonterías de mirar el precio Eso sí, son ideales, ya pueden serlo, pero os aseguro que había auténticos espantos dignos de un museo de los horrores corsetero.
Y total, todo este rollo, para luego practicar el vuelta y vuelta a la plancha que ya os conté aquí.

Y ahora una petición para los responsables de esta tarde de pesadilla:

Por favor, aunque tengamos distinta talla de arriba que de abajo, también somos seres humanos y no nos gustan los estampados de abuela ni los bikinis azul marino. Hay vida más allá de la copa C y total, tampoco es tanta cantidad de tela lo que se añade como para que cuesten más del doble que los bikinis de talla más pequeña, hombreya. Así que hala, a disfrutar del verano y de los trozos de tela más caros del mundo. 

jueves, 25 de junio de 2015

Otra de torturas veraniegas


Visto aquí

El ser humano tiende a quedarse sólo con lo bueno, afortunadamente, lo malo o molesto como que se diluye y tiende a olvidarse. Y, ¿a santo de qué viene esto? Pues a santo de que todos los años el invierno se nos hace eterno y lo pasamos añorando los buenos momentos del verano, la playa, las vacaciones, las terracitas, pero nadie se acuerda de esas pequeñas “pegas” que tiene esta maravillosa estación, hasta que ya no hay remedio porque la tienes encima.

Ya hemos tratado por aquí alguna de estas torturas, como la depilación y el autobronceador, pero no acaba ahí la cosa, hay más. Cuando has decidido el método menos insoportable de arrancarte los pelos y has superado el momento “piernas al aire”, que ha tenido tela marinera, porque en mi caso, primero fueron blancas, luego en estampado cebra, luego ronchas y ahora vuelven a ser blancas, llega, tatatacháaaaaaaaaan: “el destape”, porque claro, bañarse vestida no es una opción. Por más que queramos retrasar el momento, va a llegar y lo sabes. Así que ayer me armé de valor y tras rellenar los 800 folios requeridos para la matrícula de Lasniñas, que menos la talla de la goma de las bragas me preguntaron absolutamente de todo, cuando ya no sentía la mano derecha, pensé: “¿qué puede haber peor? me voy a probar los bikinis del año pasado”, así, a lo loco. No sé qué es peor, si probarte los del año pasado o ir a comprar uno nuevo, igualmente se me erizan los pelos de la nuca y me dan ganas de emigrar a Noruega, tarde, lo sé. El caso es que te pones a buscar los bikinis que guardaste el año pasado limpios, pensando que estaban fenomenal y …. sorpresa….  están hechos una auténtica piltrafa, ¿qué les ha pasado? ¿a qué huelen? La tela digamos que ha perdido consistencia, vamos, que están hechos una auténtica mierda, han cambiado de color y huelen a una mezcla de cerrado y flotador de goma con cierto tufillo lejano a … crema solar? Os juro por Dior que yo el año pasado los lavé perfectamente. En resumen, que de los cinco que habías guardado, ya tienes que tirar 2 ó 3 antes de probártelos. Te pruebas el primero con miedo, ay Dios, entraré, no entraré, porque en la ropa de verano sí he entrado, pero como los bikinis tienen vida propia cualquiera sabe…. bien, entro, la siguiente pregunta es: ¿me hace llagas? Parece que no, porque del verano aquí ha cedido la tela, ahora viene la prueba de fuego, mirarse al espejo. En ese momento me cagué en el día que me empeñé en poner en el dormitorio un espejo de cuerpo entero para ver cómo me queda la ropa, es un error, mejor vivir en la ignorancia. Si queréis un consejo para las cegatas, probaros los bikinis sin gafas ni lentillas, así al bulto hace menos impresión. Es conveniente también hacer esto días antes de ir a la piscina, poco a poco se te va pasando, lo peor es la primera impresión.

Una vez pasado el mal trago, el balance ha sido el siguiente:
1.- Tengo que ir a comprarme un bikini, con lo cual tendré tema para otro post.
2.- La imagen que me devolvió el espejo me hizo volver al club de la lechuga, del cual nunca debí salir.
3.- Este verano seguiré practicando la técnica Airgam para ocultación de la lorza que podéis leer aquí.


Feliz verano a todos.