Querido Gimnasio, o Gym, como me gusta llamarte
cariñosamente, te escribo esta carta porque no quiero que mi actitud en los
últimos tiempos te lleve a pensar que hemos roto. Sí, puede que últimamente nos
hayamos distanciado, pero ha sido por causas ajenas a mi voluntad. Vaaaaaale,
no es que me haya distanciado, es que he estado desaparecida y sin dar señales
de vida, pero no pienses que me había olvidado de ti, es que necesitaba tomarme
un tiempo. No eres tú, soy yo. Yo y las malas influencias que me han llevado
por el camino de la perdición, soy débil, lo sé, y la noche me confunde, y el
verano también. Tus enemigos las terracitas, las cervecitas, las patatas fritas,
las amigas con sed insaciable me han hecho apartarme de ti durante quizás
demasiado tiempo. Pero sólo ha sido un paréntesis en nuestra relación, volveré,
retomaré nuestra relación amor-odio con toda su intensidad. Dado que todo lo bueno se acaba, y que parece
ser que hay que recuperar la vida normal, estoy dispuesta a volver. Y no es que
te eche de menos, que me sigues pareciendo un antro infernal, sino que una va
teniendo ya una edad y los excesos se pagan, así que después de un verano
glorioso de frenesí y color, estoy preparada para afrontar la operación
lorzasout. Posiblemente me pase esta tarde, no puedo prometerte nada. Ya no
tengo excusas, hasta ahora he estado viviendo en la papelería, lo confieso,
otro antro infernal al que van las madres en el mes de septiembre, mayormente
porque todos los días hay que comprar algo. Ahora que lo de “parirás con dolor”
parece que lo teníamos controlado con la amiga epidural, lo han cambiado y es:
“pasarás en la papelería al menos un mes de cada año, y va a ser el de
septiembre”, el caso es dar por culo.
Así que, además que ya venía yo pensando que tocaba ir a
verte, encima ayer tuve la puntilla.
Según llegué del trabajo me puse a hacer una crema de calabacín pensando
cenarla yo y que la comieran hoy el Mister y Lasniñas. Y una sopita de fideos
para que cenaran ellos. Luego me siento en el sofá y descubro al Mister
apretándose una bolsa de nachos (entera) dipeando en un tarro de hummus con una
pinta…. que a mí me estaban dando los siete males, porque ya tenía la ensalada
de a mediodía en los pies. Conseguí contenerme y no probarlos, ni estamparle el
mando a distancia en la cabeza. Luego cenamos, yo la crema de calabacín y 3
lonchas de jamón de pavo (qué tristeza por Dios). Él la sopa, salchichón, jamón
de pavo, queso, media barra de pan y todo lo que pilló por la cocina que
parecía que no había comido en un mes. Después de cenar, y con la delicadeza
que suele caracterizar al macho ibérico, me dijo: “Oye, tú no piensas volver al
gimnasio?” Ahí sí que me contuve con la frente bañada en sudor, porque me
dieron ganas de estrangularlo con mis propias manos.
Sí, cariño, voy a volver, es más, voy a volver esta misma
tarde, y mientras, tú vas a ir a la papelería, de la cual volverás cargado como
una auténtica mula, pero sin completar la lista, por supuesto, la lista nunca
se acaba, y vas a hacer la cena y la comida de mañana. Cuando vuelva quiero que
tengas la mesa puesta, las niñas con toda la tarea hecha y la mochila de mañana
preparada y el pelo lavado, perfectamente aclarado y que les hayas pasado la
liendrera 300 veces. Yo no me voy a comer una bolsa de patatas fritas y una
cerveza delante de ti porque soy muy buena persona, pero luego voy a coger el
mando y aquí se va a ver lo que a mí me dé la real gana, hoy voy a ser un
tío. Igual al final del día no estoy tan
cansada como estaba ayer, ¿qué pensáis?
Y no creáis que vuelvo al gym por la rabia, bueno, un poco,
es que son taaaaaaan graciosos, los hombres, digo.
Genial, jaja!!! Casi prefiero la papelería que el Gym, que me da una pereza... Besos
ResponderEliminarY además yo creo que ir a la pepelería adelgaza rprque entre la hora y pico que te tiras allí sudando como un pollo y lo cargada que vuelves luego, es un poco como ir al gym, no? eso por no hablar del estacazo al bolsillo que te meten. Bss
EliminarJajajaj, me encantas!
ResponderEliminarGracias guapa, tú a mí también. Muacks
EliminarJajaja, la mismica carta le podría escribir yo a mi gym!!! Y mira que luego cuando salgo me siento bien, pero es que ir a las siete que es cuando suele llegar mi marido de trabajar me da una pereza....
ResponderEliminarBesos!
Sí, la hora es mortal, pero yo es que a otra hora no puedo. Ahora mismo estoy en mi mesa de trabajo comiendome una ensalada, mientras tecleo, no me da para más el tiempo. Para cuándo días de 32 horas? o mejor no, que aabaríamos más cansadas aún.
EliminarYo también quiero ser tío, pero todos los días. De hecho, por eso prefería tener niños que niñas, jejejeje.
ResponderEliminar¡¡Ánimo con el gimnasio!! Una vez que lo conviertes en rutina, hasta se echa de menos el día que no vas.
Pues no sé qué decirte, pero no voy a ir todos los días ni muerta. Ayer el Mister para cenar pidió pizza, o sea que si quiero cenas saludables más vale que las prepare yo.
EliminarEl final lo has bordado jajaja!
ResponderEliminarMe alegro que te guste. Bss
EliminarHola Olga, te he nominado a un premio, pásate por mi blog a recogerlo. Un beso!
ResponderEliminarUy qué iluuuuuuu. En cuanto llegue a casa lo miro. Gracias guapa
Eliminar