viernes, 23 de octubre de 2015

Los Runners

De un tiempo a esta parte vengo observando una nueva variedad de la especie humana, que está proliferando como conejos y son los runners. Lo primero que te llama la atención es su sistema locomotor, que les debe impedir estarse quietos, porque no paran de moverse, van corriendo a todas partes. No paran ni en los semáforos, donde esperan para no ser atropellados realizando una especie de bailecito que me lleva a pensar si tendrán lombrices, algún problema intestinal o directamente se están meando vivos. No son capaces de andar, sólo corren, así, sin rumbo, como si les persiguieran. Algunos lo llevan bien, pero hay otros que da penica verlos, echando el hígado por la boca, sudando como pollos y resollando como si les fuera a dar algo. Y digo yo, qué les llevará a correr sin freno, así, a lo loco? Que no se están entrenando para San Fermín, que lo hacen porque les gusta. ¿Pero qué os ha dao?
Otra cosa que no entiendo es el uniforme que se ponen. Es de primero de running que es básica la utilización de los colores flúor, para qué? nadie lo sabe. De verdad, es necesario llevar esa ropa tan fea? Lo del negro lo entiendo, porque adelgaza, pero el momento fosforito no lo termino de ver.
Luego los oyes hablar y ya, es como si fuera una secta: “desde que corro, mi vida ha cambiado por completo…”, pues claro, alma de cántaro como que se te ha ido la olla, directamente. Que está muy bien hacer ejercicio y eso, pero todo tiene un límite. Yo he llegado a oir “desde que soy runner me siento mejor persona”, que parece que se han puesto a correr y han descubierto un universo paralelo y eso tampoco.  Que son runners, dicen, porque claro, en inglés todo suena mucho mejor, a ver quien dice, “yo es que soy corredor”, corredor, de qué? de seguros? Pues no es igual y en femenino suena casi peor: a ver quién es la guapa que dice: yo soy corredora, pues eso. Y lo dicen con un orgullo, que les sale de dentro…
Pues viendo que cada vez hay más, me dije, voy a probar, que igual es verdad y resulta que te pones a correr y eso es la panacea universal. 3 días me duró lo del running, 3. Algo he tenido que hacer mal, pero no sé qué, porque seguí todos los pasos. Me puse las deportivas, un poco feúcas pero sin exagerar, con unos toquecitos de rosa flúor, por supuesto, pero no demasiado. Me metí en unos leggings negros de los que te quitan la respiración y luego te los tienes que sacar del revés porque parece se han fundido con tu propia piel. Una camiseta rosa para darle un toque llamativo y que hiciera conjunto con las deportivas, una coleta y hala, a la puta calle a correr como si no hubiera un mañana. Bueno, lo de correr es un decir, porque aguanté corriendo exactamente 1 minuto, tras lo cual pensé que iba a vomitar hasta la cena del día anterior, así que, como no quiero morir joven (ejem), bajé el ritmo un poco para luego volver a correr otro minuto y así. A los 20 minutos estaba de correr/caminar/correr hasta los mismísimos, así que me fui a mi casa. Eso sí, sudando como un pollo auténtico. Me duché y esperé pensando, ahora debe ser cuando ves al espíritu santo, oyes trompetas celestiales o se te aparece Andrés Velencoso…. hola…. pues nada, no pasa nada… pasó, un rato, luego pasó una hora, y allí no sucedía nada, no sentía nada. Bueno, debe ser que el primer día no funciona. Tendré que ir otro. Fui un segundo día, luego fui un tercero … y nada de nada… a ver si la culpa es de la camiseta que tenía poco flúor. Que no, no nos engañemos, que soy insensible, que no sirvo para runner porque yo ni siento que mi vida ha cambiado, ni me siento mejor persona, ni nada, lo único que tengo es más hambre que los pavos de Manolo. Así que no me ha quedado más remedio que asumir, que no tengo alma de runner, nada, no sirvo, yo que quería ser drinking runner, me voy a tener que conformar con ser sólo drinking.

Pero como a mí a moderna no hay quien me gane, ahora voy a probar con el Power Walking, que me parece menos intenso. Ya he dado el primer paso que ha sido adoptar un perro, ya os contaré qué tal, que igual puedo ser Walker que seguro que también mola. 

miércoles, 7 de octubre de 2015

En pareo por el río Deva


Ya he comentado por aquí en alguna ocasión que nosotros vamos de vacaciones en manada con la extensa familia del Mister,  que más que ir de vacaciones, parece que vamos a conquistar el pueblo. Esto tiene algunos inconvenientes, pero muchas ventajas. Una de las ventajas es que surgen planes en grupo. Este verano salió el plan de hacer el descenso del río Deva en Kayak, y allá que nos fuimos unos cuantos bien tempranito. Una, que es muy moderna, lo primero que piensa es en el outfit de turno, vamos, el clásico “qué me pongo?” de toda la vida. pues hija mía, ponte lo que te dé la gana porque te va a dar igual, es imposible estar mona, que lo sepáis. Una vez asumido esto, debes elegir pareja de aventuras, yo en este caso, fui con el Mister y con el Capitán Pedorretas en medio, mi sobrino de 9 años, los menores de 12 deben ir acompañados de al menos 1 adulto. Lo de elegir pareja conviene pensarlo antes, y tener en cuenta que para los hombres la palabra paseo no existe, es incompatible con su genoma, así que si no quieres acabar con ampollas en las manos, mejor elegir una compañera femenina, yo lo descubrí tarde. Llegas allí y resulta que te tienes que poner un chaleco salvavidas, que más que salvarte la vida, lo que parece es que te va a estrangular o a provocar una hernia, apretaíto sí es, ten cuidado no se te escape una lorza, lo mejor es dejarse debajo una camiseta larguita que tape, total, vas a acabar hecho una sopa de todas formas. Para que no se te salga por arriba, lleva como una especie de arnés entre las piernas que se te va clavando en toda la pepitilla, conviene aflojarlo un poco, no me quiero imaginar si alguien tiene hemorroides…. Lo del chaleco no termino de entenderlo, como te vas a ahogar ahí, en pleno mes de agosto, si hay más gente que en la guerra y no cubre, pero bueno, por aquello de dar ejemplo a los niños, todos con el chaleco de los cojones, que da un calor espantoso, y además, te lo ponen antes de subirte al autobús. Para los pies recomiendan ponerse unas cosas de goma que no sé si se llaman escalonpines o escarpines o algo así, Y yo tan chula con unas chanclas de goma, que se me clavaban las piedras de la orilla del río que no veas. Bueno, el caso es que nos montamos en el kayak con el niño en medio, y claro, desde fuera todo parece muy fácil, pero una vez allí, en medio de la corriente, es otro cantar, cada uno rema para un lado, unos vuelcan, otros van en círculos, todos gritando y armando un follón, que no sé cómo no nos han puesto una orden de alejamiento. Lo primero que le dije al niño es que íbamos a pedo libre, es decir que nada de mariconadas de me hago pis o me quiero tirar un pedo, que a menos que se estuviera cagando vivo, allí no se bajaba de la barca ni Dios.
“Ay, menos mal, porque tengo unas ganas de tirarme un pedo…..”
Y se lo tiró. Y pensé que igual había hecho un agujero en la barca y nos íbamos a pique, pero no, ahora, la mirada que nos echaron unos desconocidos que pasaban por allí…..
El Mister, dejando claro su posición de macho alfa, se había sentado atrás para dirigir y darnos órdenes desde el primer momento, que se pensaba que estábamos en las olimpiadas y nos iban a dar un oro en la meta o algo así, arreándonos todo el rato que quería llegar el primero, qué cruz. El pobre niño que iba en medio de vez en cuando miraba para atrás y me decía: “no me quiero chivar, pero el tío no rema…”
De los adolescentes mejor ni hablamos, todas monísimas,, risas histéricas, grititos, barcas volcadas, aguadillas, canciones a pleno pulmón, qué pavo tienen y qué bien se lo pasan, iban con una calma, vamos, que acabaron media hora más tarde que nosotros.
Ni que decir tiene que llegamos los primeros, para gloria del Mister, que sólo le faltó sacar un látigo, el pobre niño decía: “El año que viene vamos tú y yo solos, que me duelen las manitas de tanto remar”. Tengo la sospecha que el niño y yo fuimos los que más arrimamos el hombro porque Él cada vez que le miraba no estaba remando ni por asomo, pero según el capitán Pedorretas “por lo menos, nos ha salvado la vida un par de veces”. Se bajó de la barca gritando: “oeoeoeoe, campeones, campeones, oeoeoe” yo no veía el momento de quitarme el puto chaleco, ya pensaba que me había hecho llagas.

En resumen, la jornada resultó la mar de bien, un plan muy recomendable, lo pasamos genial. Nota mental para el año que viene: comprarme unos escalopines de esos en el Decat y elegir otra pareja para el descenso.