miércoles, 10 de diciembre de 2014

Amigas con Hijos


Es tiempo de sofá, mantita, una taza de café  y un buen libro, y tengo la suerte de participar una vez más en la Salita de Lectura de Madresfera, en esta ocasión reseñando un libro de Mónica Drake, editado por Blackie Books. En Amigas con Hijos descubrimos a cuatro mujeres completamente diferentes entre sí y cómo vive cada una de ellas la maternidad.
Parece un tema ya muy visto, pero en esta ocasión es tratado con una realidad tan absoluta presentándonos  situaciones absurdas, cómicas, tristes, dramáticas, divertidas, brutales, cotidianas y tan de verdad que podrían pasarnos perfectamente a cualquiera de nosotras. Los personajes son auténticos y están descritos con todo lujo de detalles.
La madre primeriza, acaba de tener un bebé y descubrir que nada es como le habían contado- Los bebés no traen manual de instrucciones ni botón de off, y te das cuenta de que los 80 artilugios de los que te has rodeado y que ahora ocupan más espacio que la biblioteca nacional, no valen absolutamente para nada. Tu vida se limita satisfacer los deseos de esa miniatura calentita y que huele a galleta  y que pasa de dormir plácidamente a gritar a pleno pulmón en décimas de segundo y que se tira unos pedos como si hubiera comido una perola de cocido montañés, así es. Llegado este momento de tu vida, más te vale que te mentalices a estar todo el día con la teta fuera y te limites a dormir a salto de mata cuando buenamente puedas.
Sarah está intentando ser madre y tras un buen número de abortos empieza a desesperarse  y a entrar en una espiral de sentimientos contradictorios, que va a afectar a todo lo que la rodea.
Nyla es la madre veterana, tiene una hija adolescente, en plena revolución hormonal. Como la naturaleza es sabia y tendemos a quedarnos con lo bueno, ve todo lo relacionado con los bebés como algo idílico y de color pastel.
Dulcet es diferente, no tiene hijos, pero tiene un perro al que cuidar y que depende de ella. Por lo tanto puede desarrollar ahí su lado más maternal.
El punto en común es que todas se tienen las unas a las otras para apoyarse, darse ánimos, divertirse, desesperarse, llorar, emborracharse y lo que se tercie. La obra es divertida, realista, ágil, tierna y dramática a partes iguales, donde la amistad entre mujeres está siempre presente. Es totalmente recomendable. Espero que os guste.

Si os ha gustado esta reseña podéis votarme aquí hasta el 19 de diciembre, animaros y dejad un comentario si queréis participar en la siguiente Cita a Ciegas.

jueves, 4 de diciembre de 2014

Pesadilla antes de Navidad


Me acabo de dar cuenta que no queda nada para el Festival de la Gula, digo Navidad, y como siempre, me ha pillado el toro pero a base de bien. Mira que todos los años me digo que no va a volver a pasar, que me voy a planificar y que lo voy a hacer todo con tiempo, pues zas, en toda la boca, no tengo nada hecho, pero absolutamente nada, bueno, sí, he comprado una lata de un foei buenísimo, que no descarto apretarme con una botella de vino cualquier noche de aquí al 24, porque con eso no comemos 11 personas ni de coña, no?
Pero bueno, qué sería del mes de diciembre sin las prisas corriendo con la lengua fuera para llegar a todo.
Para más inri, están las cenas de Navidad, diciembre debería ser proclamado el mes de las cenas. A la gente le entra un ansia viva por cenar antes de fin de año, como si se fuera a acabar el mundo o el hambre que no sé qué es peor, todo el mundo quiere cenar o comer juntos, pero señores, tengan paciencia, que después del 31 vendrá enero y luego febrero, que digo yo que no hay ninguna necesidad de llegar a fin de año cebados como el pavo. Pues nada, no hay manera, yo tengo cena con las amigas, cena con los del cole de las niñas, cena de la empresa, comida con los íntimos de la empresa, comida con los que como lunes y miércoles, cena con los primos del Mister, y todavía me quedan algunas que ya no sé ni cuándo las voy a tener, porque hoy me ha llamado un amigo para que organice unas cañas, así a palo seco, la gente ya está quedando directamente para beber, esto no hay quién lo aguante, a mí me está entrando un noséqué en la boca del estómago que se me está cerrando en falso. Y yo me conozco, y en estas reuniones soy mucho de hablar y claro, si hablo no como, que una está muy bien educada, y además hablar me da sed, con lo cual con el estómago vacío y hablando por los codos, claro, no me queda más que darme a la bebida, miedo me está dando la lorza traicionera que está ahí agazapada, dispuesta a tomar posiciones a la que te despistes y tomes un canapé de más. No sé si pedirme a los Reyes una braga-faja tamaño tobisoba (de los tobillos a los sobacos).
Si a eso le añadimos que me he liado la manta a la cabeza y he decidido reformar la cocina, y entre unas cosas y otras, el 17 es el día que me han dicho que vienen a llevarse mi cocina antigua y traerme y montarme la nueva, viviendo al límite, y no penséis que he ido a lo fácil, no, yo no podía, los muebles me los traen unos, luego vienen los de la encimera a medir porque hasta que no están los muebles no puede ser porque va a medida, y así hasta el infinito y más allá. Me veo que llega Navidad y no tengo cocina, ése es el día que tengo que dar de comer a 11 personas, para lo cual sólo tengo una lata de foei. Esto cada vez se parece más a la vida de Bridget Jones.

No sé si terminaremos celebrando la Navidad en un Burger, o la abuela bohemia acudirá al rescate con viandas maravillosas, o quién sabe, a lo mejor tenemos suerte y Santa Claus se apiada de esta madre en apuros que sólo pide este año, que San Leroy Merlin le tenga su cocina a tiempo para poder estrenarla el día 25, fun fun fun. Ahora, eso sí, pienso ponerme monísima de la muerte y pintada como una puerta, que alegra mucho el ambiente. Crucemos los dedos y pensemos en positivo.